Si hoy hablo de trastornos alimentarios, y de sanar la relación con la comida y con el cuerpo, es porque yo misma tuve que romper el molde.
En este artículo, quiero invitarte a un lugar que nunca antes hemos visitado: un espacio sin títulos ni protocolos, solo yo, contándote mi verdad.
Porque para entender el porqué de mi trabajo, de mis programas y de mi propósito, primero tienes que entender mi historia.
Mi camino no fue directo. Estuvo marcado por un estrés que no pude nombrar en Japón, por una ‘llamada’ inesperada durante mi segunda maestría, y por un miedo enorme a innovar.
Esta es la historia de cómo la angustia se convirtió en mi misión.
Bienvenida 💛
Japón y mi relación con la comida
Mi primer gran punto de quiebre ocurrió a los 17 años, cuando decidí irme de intercambio a Japón. La decisión nació casi por impulso adolescente, pero también del deseo de vivir algo diferente antes de entrar a la vida adulta.
En aquel entonces no existían celulares, videollamadas ni redes sociales. La comunicación con Costa Rica era mínima, y además llegué sin hablar japonés a una familia hospedera que sólo hablaba su idioma. Esa barrera me dejó aislada en un entorno donde tampoco se hablaba inglés.
El nivel de estrés fue enorme. No podía comunicar mis emociones ni entender lo que pasaba a mi alrededor. Con el tiempo, y muchos años después, comprendí algo que entonces no sabía nombrar: en Japón tuve mis primeros episodios de atracones.
En las reuniones previas al viaje nos hablaban del país, de las normas y hasta del aumento de peso “normal” en un intercambio. Pero nunca se mencionaban temas como ansiedad, adaptación emocional o soledad. Todo se reducía a un asunto físico, cuando en realidad vivíamos una carga emocional muy grande.
Pensaba en comida todo el día. Después de desayunar ya estaba anticipando el almuerzo, y tras eso la cena. Era mi forma de aferrarme a algo concreto en medio de tanto desconocido.
Cuando me quedaba sola en casa, aparecían los atracones. No era hambre. Era angustia, vacío, desconexión. Era la búsqueda de una sensación que me ayudara a sostener un entorno que no lograba comprender.
Tiempo después, al hablar con otros compañeros de intercambio, descubrí que muchos vivían lo mismo. Lo veíamos como “normal”, sin entender que estábamos atravesando emociones intensas sin herramientas para manejarlas.
Hoy reconozco que ese fue mi primer contacto con una realidad que luego se convertiría en el eje central de mi trabajo con Trastornos Alimentarios.
Cuando los trastornos alimentarios fueron amor a primera vista
Años más tarde llegó el segundo hito. Ya estaba casada, con una maestría completada y una consulta estable. Me sentía cómoda y sin urgencia de moverme. Mi esposo quería estudiar en el extranjero y, después de insistir durante un tiempo, acepté ir con la condición de estudiar algo también.
Busqué opciones de maestría en Barcelona. Había miles, pero ninguna terminaba de convencerme… salvo una que aparecía una y otra vez: la especialización en Trastornos Alimentarios.
El programa tenía un componente práctico que me atraía mucho, aunque el tema en sí no estaba dentro de mis planes. Aun así, todo calzaba: el tiempo, la logística y el momento de vida. Entré sin expectativas, casi como quien se deja llevar.
Pero al poner un pie en el Instituto de Trastornos Alimentarios, algo hizo clic. Me impactó la complejidad de estos trastornos, su gravedad, su vulnerabilidad y, sobre todo, lo invisibles que pueden resultar.
Me sorprendió descubrir la falta de formación que teníamos como profesionales en este tema. ¿Cómo podía ser que algo tan serio fuera tan poco abordado? Esa pregunta se convirtió en un llamado. Sentí que debía llevar este conocimiento a mi país y comenzar a visibilizarlo.
En paralelo, surgió otro tema que me marcaría profundamente: la imagen corporal. En mi formación previa no se abordaba con la profundidad que encontré en Barcelona. Y, aun sin comentarios externos, empecé a compararme con los cuerpos que veía a mi alrededor.
Apareció una incomodidad silenciosa. Una autocrítica constante. Una sensación de no encajar.
En una clase de mindfulness, al observar mis pensamientos, descubrí que llevaba días rumiando lo mismo: “qué gorda me siento”. Fue un momento revelador. Entendí el poder que puede tener la voz interna de juicio y cómo puede absorber una experiencia completa.
Más adelante realicé el Body Image Program, una formación que llegó desde Colombia. Ese programa me transformó. Comprendí cómo desde bebés absorbemos ideales de belleza irreales, cómo se incrustan en nuestra mente y cómo terminan moldeando nuestra relación con el cuerpo.
Esa experiencia me mostró algo fundamental:
No es posible sanar la relación con la comida si no se trabaja la relación con el cuerpo.
Trastornos alimentarios: CBT-E, DBT y el miedo a hacer algo diferente
En el VIDEO que está debajo, te comparto mi tercer hito, el cual llegó a través de mi formación en CBT-E (Terapia Cognitivo Conductual Mejorada) y DBT (Terapia Dialéctico Conductual), dos terapias que me encantan y que utilizo con gran efectividad en pacientes con Trastornos Alimentarios.
Hacé CLICK abajo para ver el VIDEO.
Conclusiones
Después de todo este recorrido, estoy más convencida que nunca de que necesitamos más mujeres empoderadas, libres, que se atrevan a romper con estándares imposibles y a decir: “No quiero vivir mi vida odiando mi cuerpo”.
El molde en el que crecimos nos desconecta y nos enferma.
La salud no es el tamaño del cuerpo. Tiene que ver con la relación que tienes contigo misma, con la paz interna, el disfrute y el respeto hacia tu propio cuerpo y hacia tu vida.
Cada vez que una mujer me dice “ojalá hubiera sabido esto antes” o “llevo años sintiéndome así y nunca lo había entendido”, confirmo que estos espacios son necesarios.
Salir de ese molde es incómodo. Pero vivir toda una vida en guerra con el cuerpo duele mucho más. Este camino es para las mujeres cansadas de pelear, para las que ya no quieren intentar una dieta más, para quienes desean silencio interno, paz y disfrute con su cuerpo y con la comida.
Y sí, todas, absolutamente todas, merecemos eso.
Si estás lista para comenzar a vivir en paz con tu cuerpo y construir una relación sana con la comida, puedo ayudarte.
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Espero que esta información te haya sido útil. Te pido por favor que la compartas con aquellas mujeres que conozcas y sepas que les puede ayudar.
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Nos vemos pronto,
France

